jueves, 17 de enero de 2008

El Santo Prepucio (V)


El Santo Prepucio (I) / El Santo Prepucio (II)
/ El Santo Prepucio (III) /El Santo Prepucio (IV)

Un asunto lingüístico



En nuestro anterior episodio fuimos partícipes del contacto íntimo entre la piel de Santa Catalina y el cuerito de Jesucristo, tal y como ella misma se referia al trozo de Sagrado Pene del que se consideraba afortunada poseedora.

Pero he aquí que hubo quien disfrutó con mayor intensidad y deleite de las bienaventuranzas de un prepucio tan preciado.

Estamos hablando de Sor Agnes Blannbekin, una monja austríaca del siglo XVIII, que fué capaz de ir un paso más allá.

Pero escuchemos con devoción sus palabras, que podemos encontrar en su libro “Vida y Revelaciones” escritas, por decirlo así, de su propia lengua:

Un día, al comulgar...comenzó a pensar en dónde estaría el prepucio. ¡Y ahí estaba! De repente sintió un pellejito, como una cáscara de huevo, de una dulzura completamente superlativa, y se lo tragó. Apenas lo había tragado, de nuevo sintió en su lengua el dulce pellejo y, una vez más se lo tragó. Y esto lo pudo hacer unas cien veces....

Y fué tan grande la dulzura que experimentó la amiga Agnes que sintió “una dulce transformación en todos sus miembros”. Y cuando dice todos hemos de suponer que se refiere a todos.

Jamás habríamos sido capaces de imaginar las propiedades organolépticas del pellejillo, que parecen no desmerecer en nada cualquier plato de cocina postmoderna.

Sin embargo sentimos algo de lástima por Sor Agnes. Y es que de haber vivido en nuestra época con un producto como este habría obtenido con facilidad un par de estrellas Michelin, y ahora podría formar trios televisivos con Arguiñano y Ferran Adrià.

En el peor de los casos habría podido crear una pizzeria, tal y como otros ya han hecho – la imagen lo atestigua- o una cadena de sex-shops católicamente sostenibles.

Sin embargo imaginamos que ante los transportes de la Blannbekin algunos lectores de esta página deben esbozar sonrisas estúpidas, y que incluso por su cerebro deben circular pensamientos procaces y pervertidos.

Queremos advertirlos que en épocas desafortunadamente ya pretéritas tales actos y pensamientos les hubieran conducido a la cálida compañía de las imágenes que iluminan Valencia con su crepitar en la fiesta de las Fallas. Quizás harían mal en descartar que un dia puedan volver tales prácticas santificadoras con la ayuda de Dios, San José Maria Escrivá de Balaguer y sus representantes en las Cortes.

Recordad que Dios todo lo ve. Quien avisa no es traidor.

Y es que estamos en tiempos en que desafortunadamente muchos han sustituido la Biblia por lecturas pecaminosas como por ejemplo libros de Biología o Química que contraponen Darwin a Jesucristo de manera que, cayendo en las garras de Satán, exaltan la Razón sobre la Fe.

Pues bien, si tantos datos sobre el Santo Prepucio todavía no han abierto vuestra mente (y vuestra cartera) a la luz de la Iglesia Católica, en el próximo episodio aportaremos los datos definitivos que aportan Hechos Científicos.

Y es que la Ciencia también se rinde al poder del Santo Prepucio.

Quedaos a la espera. Pronto llegarán nuevas revelaciones.

Próximo episodio: Mecánica del movimiento prepucial


miércoles, 9 de enero de 2008

El Santo Prepucio (IV)


El Santo Prepucio (I) / El Santo Prepucio (II)
/ El Santo Prepucio (III)
Nuestra búsqueda llega a un punto fundamental, en que las revelaciones sobre el Santo Prepucio son espectaculares.

Y es que la fuente de las que provienen tiene una fiabilidad contrastada, ya que se trata de Santa Catalina de Siena, una venerable Madre que ha sido galardonada con el título de Doctora de la Iglesia.

Leamos cuatro líneas de su biografía, que nos permitirán dar el justo valor a sus revelaciones.

Catalina (1347 – 1380) es una de las únicas tres Doctoras de la iglesia, aun cuando era analfabeta. Entre otros méritos se cuenta el haber sido una precursora avant la lettre de la anorexia y la bulimia, lo que junto con otras loables (desde el punto de vista cristiano) prácticas la trajo a la presencia del Señor a los 33 años.

Y es que en su santidad llegó a insertarse trozos de madera en el cuello para poder vomitar tras la comida, se flagelaba tres veces al día hasta sangrar o , en los últimos días de su vida, se alimentaba únicamente con agua y (perdón) hostias benditas. Y esto por hablar sólo de los suplicios menores que se autoinflingia.

Todo esto resultaba agradable al Señor, y, ni que decir tiene, a la Santa Madre Iglesia, que además puede presumir de haber sido precursora en la promoción de los desórdenes alimentarios, lo que sin duda es otra más de sus aportaciones a nuestro way of life.

Y he aquí que el día de Carnaval de 1367 la pobre Catalina tuvo una inesperada visita.

Dejaremos que nos lo expliquen en Corazones.org, una devota web que os recomendamos :

Un día jueves después de que Catalina había orado todo el día con extraordinaria fe, Nuestro Señor se le apareció y le dijo: "Ya que por amor a Mi has renunciado a todos los gozos terrenales y deseas gozarte solo en Mi, he resuelto solemnemente celebrar Mi esposorio contigo y tomarte como mi esposa en la fe".

Mientras el Señor hablaba, aparecieron muchos ángeles, su Santísima Madre, San Juan, San Pablo y Sto. Domingo (ella era de su orden). Y mientras el Rey David tocaba una dulce música en su arpa, nuestra amorosa Madre tomó la mano de Catalina y la puso en la mano de su Hijo. Entonces Jesús, puso un anillo de oro en el dedo de Catalina, y dijo: "Yo, tu creador y Salvador, te acepto como esposa


Ahora bien... ¿Realmente se trataba de un anillo de oro?

Quien transcribió la visión fué Raimundo de Capua, general de los Dominicos, que fue su confesor, y una persona de no demasiado fiar por cuanto en alguna ocasión había dicho que las visiones de la moza eran "increíbles e incluso ridículas".

Pues bien: el anillo no estaba hecho del vil metal, sino de un material muy diferente. Lo sabemos porque Catalina afirmó, en repetidas ocasiones, qué el anillo era, en realidad...el pequeño trozo de cuero de Jesucristo que había sido guardado tras su circuncisión: ¡El Santo Prepucio!.

No dejaremos pasar la ocasión de alabar este concepto cristiano de la familia: una joven que se autoinflinge torturas, que se casa con un difunto y que usa como anillo de bodas una parte de su pene. Intentaremos seguir su ejemplo, pero puede que sea difícil.

Ni que decir tiene que la imagen que ilustra este puesto recoge el singular momento, como el amable lector podrá comprobar si se acerca a un par de milímetros del monitor.

Por cierto que aquí nos parece intuir un affaire de poligamia, porque otras monjas, entre ellas por cierto Santa Teresa de Ávila, reclamaron también haber sido tomadas por esposas por el tal Jesucristo. Podría ser, ya que a la vista de una imagen de esta última el pudor nos impide hacer ningún comentario. Ni que decir tiene que el equipo de investigación de este Monasterio ha puesto el tema en conocimiento de la policía.

Como hemos dicho la Iglesia consideró extremadamente sensacionales estas revelaciones, y ejemplar su vida, hasta el punto de hacerla Santa, patrona de Italia y copatrona de Europa, con Santa Brígida, de la cual hemos hablado en el post anterior.

Como una madre agradecida, además, dispuso su descuartizamiento tras su muerte. El cuerpo se encuentra en la iglesia de Minerva, en Roma, donde se puede visitar. La cabeza se halla en Siena, en la iglesia de Santo Domenico, para goce de pequeños y grandes, y tiene un pie a la turística Venecia.

En cuanto al dedo, se encuentra en el museo de Siena. Durante años los más devotos han asegurado que eran capaces de distinguir el prepucio. Probadlo vosotros !

Nosotros, por parte nuestra, también quisiéramos hacer ofrenda de nuestro propio dedo a la Santa Institución eclesial que ha propiciado modelos de vida tan felices y deseables, los ha elevado al altar para emulación de las fieles, y ha aumentado la devoción mediante el descuartizamiento de cadáveres y la exposición de los despojos.

¡Amén!

Próximo capítulo : Un asunto lingüístico

domingo, 6 de enero de 2008

El Santo Prepucio (III)


El Santo Prepucio (I) / El Santo Prepucio (II)
Carlos Porrones y Vicenta Cubas nos escriben desde La Cava quejándose de este paréntesis que suele haber entre la publicación de cada uno de nuestros reportajes.

La tensión nerviosa que resulta de la espera, lamentan, les hubiera impedido incluso dormir la siesta si no hubiera sido por la ayuda terapéutica de un par de vasos de Agua del Carmen de los Padres Carmelitas tras cada comida.

Para aquellos lectores que desconozcan este reputado producto fruto del ingenio de los hijos de la Santa Madre Iglesia, les informamos que es 100% natural y ecológicamente sostenible. Sus virtudes cristianas se deben a su composición de esencia de romero, melisa, clavo, canela y un 80% de alcohol de 95º. ¡Buen provecho pues!

Agradecemos y difundimos esta información porque sabemos que no se trata de casos aislados.
Desde aquí pedimos comprensión al resto de los afectados. Nuestros reporteros hacen lo que pueden: apenas volver de Tierra Santa, donde recogieron las pruebas para el reportaje anterior, han debido hacer un largo periplo por Europa, tal y como se verá, para hacer el que sigue estas líneas.

Pero todos los esfuerzos son pocos para lectores tan fieles. Así pues, y en aras de la fe que nos une, continuamos con la saga del Santo Prepucio.

El Santo Prepucio 3 : El regreso

He aquí que con el estruendo y la polvareda causados por la caída del Imperio Romano el Santo Prepucio había quedado oculto.

Pero reapareció en la Edad Media, y de qué manera. Varias iglesias y abadías en Europa aseguraban ser sus poseedoras, en todo o en parte, y con pruebas documentales que demostraban su autenticidad. A principios del siglo XVI se podían contar catorce prepucios: 9 en Francia, otro en Lorena, otro en Prúsia, otro en Amberes, uno más en Santiago de Compostela y otro en Roma, en San Juan Laterano.

Nosotros nunca dudaríamos de la Santa Madre Iglesia, y por lo tanto suponemos que todas estas Santas congregaciones decían la verdad: así pues todas debían de tener trozos del mismo Santo Prepucio, que por lo tanto debía de ser enorme como corresponde a persona tan principal. Se trataba de un prepucio de tres pares de cojones, como si dijéramos.

Como llegó a su poder se desconoce. Algunas fuentes aseguran que un Ángel trajo el prepucio a Carlomagno, y que este lo depositó en la Abadía de Charroux. Precisamente por este motivo se creó en esta localidad la Cofradía del Santo Prepucio. Sus pasos de Semana Santa, por cierto, debían resultar dignos de ver.

La devoción por el prepucio iba en aumento por la veneración que le profesaban las mujeres que querían ser madres (qué mejor para acceder a la maternidad que un buen prepucio) y además perque se le atribuyeron varios milagros. Entre el resto de sus propiedades, además, también se hallaba la de anestésico y buen sustituto de la epidural. De hecho se dice que Catalina de Valois, esposa de Enrique V de Inglaterra, lo utilizó para hacer más llevaderos los dolores del parto gracias a su aroma.

Pero un artículo tan útil desató pronto las peleas entre las diferentes iglesias y abadías que lo poseían, todas las cuales aseguraban tener el único verdadero, y reclamaban el derecho a comercializar en exclusiva el Sagrado Merchandising.

Y es que no hablamos de poca cosa. En fecha tan tardía como el 1856 el Santo Prepucio hizo varios milagros en Francia, lo cual provocó el paroxismo de los fieles: se vendieron veinte millones de medallas milagrosas de la Virgen Maria, dieciocho millones de cobre y dos millones de oro y plata.

Podemos imaginarnos, pues, a los piadosos monjes enfrentándose con toda clase de instrumentos contundentes, armas blancas y técnicas marciales en defensa de la autenticidad de su propio prepucio, en fervorosa lucha por la obtencion del Santo Parné.

La ilustración que encabeza este artículo muestra, suponemos, a uno de estos Santos Padres dispuesto a defender a capa y espada el trozo de pellejo que aguanta con la mano derecha.

¡Hasta aquí llega la devoción a las sagradas reliquias de la SECAR (Santa Iglesia Católica, Apostólica y Romana)!

La pendencia llegó hasta el Santo Padre Inocencio III, que dijo que lo mejor era dejar la elección en manos de Dios.

Una sabia decisión, puesto que quien mejor que el legítimo propietario del prepucio para reconocerlo. Y es que en aquellos tiempos los prepucios todavía no estaban identificados con microchip, tal y como se hace ahora con cualquier animal de compañía.

Su acierto se mostró unos años más tarde cuando la Virgen Maria visitó a Santa Brígida (según esta misma vidente explicó), y le confirmó que el prepucio verdadero era el de San Juan Laterano en Roma, y que el resto no eran otra cosa que imitaciones Made in China, como tantos y tantos artículos que encontramos en los supermercados.

Esta misma Santa tuvo también otras revelaciones, como por ejemplo el número de latigazos que recibió Jesucristo.

Según él mismo le explicó en una charla informal que mantuvieron allá por el siglo XIV, y ella transcribe, fueron 5480. ¡No está mal!

Unas revelaciones tan importantes, por cierto, debían de fundamentar que el querido Papa Juan Pablo II, a quien aquí podemos ver charlando sobre el tema con un amigo, la declarara Copatrona de Europa, junto con otras dos colegas a las cuales haremos referencia pronto, porque también metieron baza en el asunto que nos ocupa.

Y es que mientras tanto habia quien había recogido mucha más información sobre el Santo Prepucio, lo que condujo a la aportación de datos de gran valor.

Sus testimonios iluminaron y enfervorizaron a la comunidad católica.

Y este será el objeto del próximo episodio.

Próximamente: Un prepucio de compromiso